FOLLAR

Me gusta follar y follo, no lo puedo evitar, me excita mucho sentir el tacto de la piel sin intermediarios. Salir de caza no es mi deporte ocasional, es mi actitud frente a la vida. Siempre estoy preparado para disparar cuando diviso a mi presa: clavo mi mirada en la suya, sonrío, me acerco con seguridad hasta donde esté situada y rozo con mis labios su oreja para desarmarla. Un buen polvo solo se produce al instante de haber conocido a alguien y yo aprovecho esa ocasión, sin implicaciones emocionales ni inhibiciones, para trabajármelo y llevarle al límite. La seducción es un juego en el cual soy un ganador nato que utiliza los preámbulos para estudiar a mi oponente, detectar su punto débil y someterle. Me gusta acariciar con mi verga sus nalgas, restregarla por su perineo y dejar que se abra paso dentro de él, sin goma, sintiendo en carne viva sus contracciones de dolor, para finalmente fundir nuestros cuerpos en posturas imposibles y bombear frenéticamente ... Seguiría así durante horas perdiendo el control, incluso con mi sexo irritado, pero sé que el éxtasis me pide que me esparza en su interior, que derrame hasta la última gota dentro de su oscuridad a cambio de un placer infinito. Al terminar él me observa inocentemente, mostrando la ilusión de un niño en su mirada: "¿Cómo te llamas?", me pregunta, "SIDA", le respondo.